Quiero.

Quiero ser tu chicle, quiero que me mastiques, quiero ser tu almizcle, quiero que me vaporices en tu cuello, quiero mil noches en el puerto, quiero paseos, quiero ese vino selecto, quiero ser una niña, quiero chocarme con las esquinas, quiero sábanas de seda, quiero pétalos y toda esa mierda. Lo quiero todo y lo quiero a mi manera.

Nicotina.

A veces simplemente lo necesitas, uno tras otro, sin razón, simplemente consumirlo entre los labios hasta notarlos amargos. Otras veces, la ansiedad te corrompe y crees ciegamente que ese alquitrán calmara tanta rabia, tanta angustia, que apagarás el dolor contra el cristal. No lo sé y no lo entiendo, como algo tan malo pude ser tan bueno, no lo necesito, pero lo quiero, tan vital como un par de zapatos nuevos.

Mentes radicales.

Me encanta como se desvía, como se pierde por esta autopista de ideales, haciéndome malgastar en vano mi saliva, discutiendo sin llegar a ningún puerto, nadando entre aguas fecales, el podría hacerte creer que crecen amapolas en el desierto, me hace perder los modales, pero me siento despierta y ya no tengo sueño.

Verano.

Mientras liaba otro cigarrillo de yerba con mi particular temblor mañanero me percate de que ya no quedaba verano, no al menos para mí, y también descubrí que me daba igual, que ya no me amargaba el sabor de aquella rutina calurosa, el amanecer entre sudores frente a tres bloques de cemento y ventanales, no importaba porque lo poco de verano que tuve fue lo mas real de todo el medio año que había pasado. Reí, lloré, bailé y maldije, la mayoría de veces todo en la misma noche, y fueron momentos gloriosos, casi sentía ser una noble perteneciente a una estirpe real de reinados en ruinas, tan amados como odiados, con clase pero sin vergüenza... Un corto y mágico verano.

Tantas locas.

Aquí tenemos a Naomi, una chica joven e insegura que se oculta bajo su coraje, no distingue entre familia y amistades, cree ir en el buen camino pero se retrasa demasiado en todo lo que hace. Luego aparece Nana, la niña infantil que quiere crecer y seguir aprendiendo, sueña con su propio negocio y una vida repleta de fuegos artificiales y fiestas interminables.  O, casi olvido a Iboga, la eterna bohemia que piensa que con alcohol y drogas salvará al mundo desde su alcoba. Tantas locas, tantas que me perdí buscando a la feroz loba que me atacó con sus garras sin explicación alguna y me impregnó con su insana amargura, tan mal me dejo que no recuerdo donde aparque la cordura.

Sigo respirando.

¿Habéis llegado a ese punto en el que o matáis a alguien o os matáis a vosotros mismos?, pues yo no, por eso lanzo al aire ese hipotético dilema, por eso me enervo cuando el esmalte de mis uñas se agrieta, por eso escribo como pasatiempo o como terapia autoinducida. Sigo respirando, aunque a veces respirar suponga un llanto, aunque sienta que todo lo que pienso es un gasto insano, aunque ayer me levantará con ganas de cambiar el mundo y hoy amanecí envuelta en mil humos. Qué gasto de oxígeno más tonto, otro ser vivo jugando a ser Dios, tan vital para su entorno y tan estorbo para sí mismo. Así es por lo menos como lo siento, das y das por un tiempo y descubres que esto es la vida, no un sueño y que tendrás que seguir dando a cambio de un mísero sentimiento. Sigo respirando, o ese intento.

La chica risueña.

Otro estúpido documental sobre alienígenas de fondo y el tecletear de mis uñas contra las teclas. Otro día de verano. Otra lata abierta. ¿Sabéis?, amo el cosquilleo que se siente después de un día de mierda, es como un empujoncito hacia el vacío, como un consuelo, se que no puede ir a peor, no hay mas ridículo, solo un hormigueo que indica que el terror y la fobia se han ido, de momento.
Ha llovido. Esta mañana caía fuego del cielo pero luego ha llovido. Supongo que por eso no estaban las viejas señoras en la calle a las once, clavándome sus ojos y murmurando como cada noche. Es lo que tiene este barrio, te paseas un rato y con eso basta para regalar a las mujeres un ratito mas de cháchara. Pero, ¿que mas dará?, probablemente mañana me levantaré con mas ganas, con rebote, me pintaré una mueca parecida a una sonrisa en mi cara y que sea lo que tenga que ser, o no, que coño, que sea lo que yo quiera, un millón de euros, una caravana repleta de yerba y mucha carretera. Si, esa soy yo, la chica risueña.

Que venga.

  Ya no puedo ni callarme la boca, antes era fácil asentir, las palabras salen lanzadas e hirientes, me queman la lengua al pasar, ya ni sonrío por no hablar, ahora busco la fuga como el perro busca al amo. Yo solo quiero que venga, que venga y me salve de mi misma, de mi oscura y retorcida sombra que siempre acaba tapando la poca luz que logro sacar

Artista.

¿Quién eres?. ¿Quién te concedió el maravilloso don?. Desde luego el ego no conoce de fronteras, simplemente se dedica a elevarse como el vapor de mi café. Cuando algo te llama en la lejanía, un silbido muy seductor, te convierte en el perro que persigue a su amo esperando una recompensa, necesitas hacerlo, necesitas sacar la presión de tu pecho. Y todo sale tan suave... Tan natural... Tan inservible y a la vez necesario. Eres una artista, una inventora de mundos imaginarios.

"Creo que te quiero"

Se conocieron sin querer, sin ganas, sin mirarse a los ojos. Ella ni se molesto en levantar la cabeza, pesaba demasiado después de trescientos minutos agitándola como si tuviera un ataque epiléptico. Él se sorprendía de ver sus pies juntos, había recobrado equilibrio. No sabían como, pero la música les unió en ese punto del lugar, en esa especie de cúpula demoníaca en donde la masa humana bailaba y sudaba, sin ninguna finalidad, solo bailaban y sudaban. Ella le cogió la mano, era hermosa, grande y robusta, casi podría cubrir su cara. Él levanto el peso de su cabeza y con una extraña caricia pudo atisbar los ojos de ella, con pupilas dilatadas y jodidamente negras. Nadie decía nada, solo se admiraban, pasaban los instantes y se convertían en milenios y alguien dijo: -"creo que te quiero".

Odio

Odio esto que llevo dentro, odio olvidar besarte cuando te tengo cerca y odio recordarlo cuando nos separan millones de metros.
Odio tu olor, tus labios y tu pelo, los odio tanto porque no estan cuando los quiero.
Odio ese azul tan intenso de tus ojos y odio cuando me miras y me ahogo entre palabras.
Odio cuando me hablas, porque creo que no me quieres, pero tu me odias mas y eso me hace quererte.

Que será...

Es como si estuviera enferma, de repente, como un golpe de calor,
me entra el pánico, me vuelvo loca en esta mugrienta habitación,
quiero hablarte, quiero besarte, quiero quitarte hasta la razón,
te miro a los ojos, te miro a los labios y creo mirar tu corazón.
Pero no, no, ¿qué coño estoy diciendo?, no puedo decir esto,
soy yo, la chica solitaria, la que rechaza cualquier huella de afección...
Claro, que luego te veo y me arrepiento de ser así,
aunque se que te encanta mi manera de maldecir,
me interesa mas mostrarme débil, sensible, con calma,
pero es imposible con esa sonrisa tan bien pintada que me llena de ansia.
Es como si estuviera viva, quiero nadar bajo aguas heladas,
me entra la energía, me vuelvo histérica escuchando tus carcajadas,
no quiero que me ignores, no quiero que te vayas, no quiero olvidarte,
te miro a los ojos, te miro a los labios y creo ver como te partes.
No se que será lo que tu me haces, y espero no saber que será nunca.

Lady Day.

Naciste en lo mas oscuro de la noche,
entre acordes y cantos que calmaban tu llanto.
Tenías las de perder,
pero intentase ganar a toda costa,
quebrada pero rocosa,
tan dura y tan hermosa.
Por las noches sollozabas,
dormías entre brazos descolgados,
no sentían tu pasión como tu sentías el daño.
Las mil horas de espanto,
que se pasaban en cuanto subías a deslumbrar al palco.
Pero el oro se fundió,
se convirtió en carbón,
la bella flor que te adornaba....
Todo ello se murió.
Pero tu voz,
querida Eleanora,
tu voz sigue en mi corazón.

Agua.

Débil, sin forma definida,
solo fluyo sin tener un punto de partida,
quiero llegar hasta el final,
pero es difícil cuando no sé cual es mi lugar.

Te vi corriendo,
escapabas de mi,
me evapore por los cielos,
me sentí morir,
fueron como mil infiernos,
ver como te alejabas al fin,
por eso me volví de hielo,
me aparte de ti.

Te volviste de piedra,
no me dejabas avanzar,
rodeado de hienas,
pensé que quizás te podría atravesar,
así que pasaron mil años,
pero erosioné la roca y llegue hasta el mar.

Dunas.

Millones de gránulos de tierra enterraban tus inquietas piernas,
pero yo te busqué, como el ansiado tesoro que esconden las dunas,
allá por Egipto, en donde dejamos las dudas.
Ráfagas de aire que forman montañitas,
que sensual y dulce baile,
el que baila este desierto plagado de ánimas,
de codiciosas reinas que se bañaban en lujuria,
en donde esta noche tu y yo nadaremos,
beberemos del dulce néctar que es la victoria,
tener aquí cerca,
rodeados de bruma.

Ya basta.

Sólo quise sentir, volver a reaccionar, volver a llevarme sorpresas...
Es triste sentirse vacío pero mas triste es saber que ya no tienes razones para seguir en vilo, yo quiero reír.
Si, quiero reír, pero reír sinceramente, no forzando, no tapando mi infelicidad.
Pude llorar, pude gritar, pude hacerme mucho daño, pero lo que nunca pude hacer es aceptarme tal y como soy. No, me niego a ver la realidad, a ver como me destruyo, a ver como me lanzó a brazos rotos, a ver como intento unir piezas que no encajan...
Ya basta, ya basta de abusar de mi confianza, ya basta de callarme entre carcajadas, ya basta de ser la inocente chica que nunca se cansa, ya basta de levantarme sin ganas, ya basta de no valorarme y ser la última tonta de la casta, si, yo creo que ya basta.

Copérnico.

Un mar, un mar enorme de estrellas,
todas ellas tienen dueña.
Brillaban, parpadeaban, eran miles y cientos,
tantas como veces en ti pienso.
Bueno, quizás exagero,
o quizás miento queriendo formar un sentimiento,
pero eran tan bellas, tan lúcidas,
tan intensas que aún sigo pensando en ello.
Me llamaron loca,
por querer coger un trocito de galaxia con mis manos,
recé muy fuerte,
tanto que ese dios me dio un puñado de pleyades,
las guarde en mi bolsillo pero alumbraban demasiado,
fui corriendo todo el camino,
pero me vieron y me cazaron.

Fieras.

Una a una, íbamos cayendo como la bruma que se forma con la lluvia,
que locura, el tenerte tan cerca, tenerte tan conocida y todavía tener dudas,
Eramos como amapolas, marchitándonos al final del verano,
rodeadas de mierda pero siempre intactas, en lo más alto.
Fieras, fieras que reposan su ira entre risas y halagos,
esperando una chispa que incendie las ganas,
un movimiento en falso que de comienzo a la batalla.

Puedes hacer algo mas.

Podría tapar el cielo de día y hacer que la noche bañará la ciudad, 

podría escalar por cascadas y trepar las olas que forma la mar,

podría ser tonta e ignorar todo lo que me hace dudar,

podría ser libre,

podría llorar,

pero no podría levantarme cada mañana sin decirme "puedes hacer algo mas". 

Lloré, lloré, lloré.

Respirar, tan sencillo como eso. Coger todo el aire del mundo, difundirlo por mi cuerpo, saber que este dolor es profundo, sentir que mi corazón ya no es mudo. Calle. Sufrí. Lloré, lloré, lloré. Lloré tanto que ya no me sale, lloré tan largo que ya no siento. Tú, bestia voraz que devoraste mi vida entera, tú, culpable de mi media sonrisa, culpable de mi felicidad insincera. Lloré, lloré tanto que al ahogarme entre mis lágrimas decidí echar un trago, trague mi sal y me revolvió el estómago, ahora intento hablar pero solo callo. Lloré, lloré y pare de llorar, elegí vivir a mi manera, elegí perderte sin mas.

Hipomanía.

Me levanté catapultada de la cama, sentí fuego arder en mi pecho, era como si no hubiera mañana, solo quería gritar mirando al techo. Me asomé a la ventana, vi como la gente andaba, eran como hormigas ciegas, recolectando mierda y andando hacia su miseria. Quise saltar, pero no para morir, quise saltar para volar. Me creía omnipotente, vital, sin ningún oponente, podía gritar y correr sin sentirme convaleciente. Era mágico, escribí mil versos en un instante, algunos de tema trágico, otros de ritmo excitante. Y entonces mire al espejo, observe mis ojos, eran opacos, no tenían reflejo... En ese momento se fue, me quede vacía, la tristeza me tumbo y me quede sin energía.

Maldito arrepentimiento.

Sucia y fría, como la primera noche de una cría de rata. Quise borrar ese sentimiento, vacío y lleno, maldito arrepentimiento. Hice siempre lo que pude, intente mantener el equilibrio, yo nunca supe, el porque de ese hastío. Pero ya que mas da, lo hecho, hecho esta, esa oportunidad nunca volverá y mi corazón seguirá agarrotado por no poderte besar.

Gorda.

Nunca decaigo, estoy rellena de lo que muchas odian, pero yo se que valgo, las constantes criticas nunca me apenan. Si, se que para tu mirada cegada no soy bella, pero no son tus ojos los que me interesan. Gorda, si, gorda y fea, para una sociedad donde la belleza esta obsoleta, para un sociedad que juzga desde afuera y ya ni se molesta en cuestionarse sus metas. Quizás estar bien sea comer sanamente y no aparentar estar sano y ser alguien sin nada en el vientre. No quiero llegar a esa cifra mágica, en la que todo el mundo te alaba por pasar por la cinta métrica y parecer un maniquí con la sonrisa tétrica. Soy gorda y me siento estupenda, no digo que mi vida sea una fiesta, pero mis carnes sobrantes no me impiden ser lo que mas me completa, una grandiosa persona y una mejor poeta.

Alfileres.

Pues es lo que ves, una vida cargada de tonalidades oscuras, una chispa que intenta incendiar un océano, es lo ves, no puedes pretender llegar y ocupar el puesto de reina ruinosa.
Hay cosas, muchas cosas, repartidas por este gran espacio, ya casi ni ando, no puedo apreciar el bello lago en el que antes nadaban mis ganas, mis deseos y mis anhelos. Pero, ¿acaso no te hiciste daño?, te deje dormitar en mi cama repleta de alfileres, quise marcarte y coserte como un broche a mi, como si fueras un complemento que me ayuda a sonreír, solo cuando lo necesito, solo cuando me siento flotando en el vacío.

Miserias.

Con esto me dejaste, con una duda enorme, tan grande que dudo que en una vida encuentre respuesta a semejante desplante. Fuiste tan seca, tan cortante, tan hiriente que me duele pensarte. No se como salir del agujero en el que me enterraste, como una cápsula del tiempo, esperando un día, esperando un momento, esperando ese perdón que nunca llegaría... Miserias, todo lo que hago se vuelve negro o acaba en llanto, desentierra mi suerte y devuélveme ese encanto que cegaba todo lo malo.

No quería.

No quería hacerlo, no quería desprenderme de mi manto de metal, no quería que vieras al monstruo llorar, no quería que te sintieras culpable de mi mal, no quería, de veras que no, no quería hacerte sentir menor, inservible o inútil al no poder calmar este dolor. No quería que miraras a los ojos al vacío, a la nada, al hastío de esta noche, a la locura de mis escritos, al ridículo de este mimo que solo sabe arrepentirse cuando ya ha acabado con su función de gritos.

Sol nuevo.

Empezó a abrirse suavemente el ventanal, el aire fresco inundó la habitación de un olor familiar. Era el día, el magnífico día en el que todo volvería empezar. Ella lo sabía, ya no sintió ese peso muerto en el pecho, pudo levantarse de la cama sin tambalear, pudo respirar libertad, olas y olas de sobriedad. Había cambiado y con su cambio el entorno le devolvió lo robado. Supo andar de nuevo sin titubeos, se estaba enfrentando a sus viejos miedos, al espanto de verse absorbida de nuevo...
Ella cambió y el cielo vio un Sol nuevo.

Sydonai.

"Aquí me tienes" dijo el deseo, "me tienes en tus manos, suéltame y haz que consiga eso que tanto ansias". Y lo solté, fue como un torbellino que revolucionó mi alrededor, el corazón se me volcó y sentí mil muertes en un segundo. Era diabólico, como beber sangre recién extraída, como bailar en la punta de una aguja, no podía pensar en nada que no fuera atraparlo, hacerlo mío y de nadie mas, malgastando horas entre sábanas y llamaradas regadas por alcohol... Ese maldito diablo me volvió un animal y ahora sólo busco su rastro para calmar esta sed infinita.

Te hiero.

Estaba pensando que quizás tu pienses en mi. O quizás no. No, seguramente no. Solo observas mi caminar para asegurarte que no voy a mirar hacia atrás. Si, eso será. Aguardas a que desaparezca para desear volver a verme, para desear volver a ignorarme. O quizás si. Si, seguramente si. Quieres conocerme, quieres saber mas de mi, en donde nací, en donde me dañé, que me hizo ser así... Bueno, a que diablos espero, mañana te veo y te diré "te hiero".

Uno.

Barriendo las penas con una escoba maltrecha, ya siento en el pecho los martillazos del arrepentimiento.

No, desde luego que no debí decirte nada, pero lo hice, y aquí me encuentro, tan llena por fuera y tan vacía por dentro. Siempre lo mismo, esperando a…¿A qué?, a nada, a que pasen las horas mientras nadamos en este abismo llamado incertidumbre.
 Eso es, no lo quieres oír, te niegas a admitir, que tu vida se ha reducido a esto, a ver como otros caen en el intento mientras tu estudias su sufrimiento, así es, te conformas con sonreír cuando deseas morir y saltar al fin de tu agonía.
 Pero esta vez no, esta vez te atreverás a algo más, quizás arriesgues, quizás apuestes por un trocito de felicidad y sabes con certeza que tu número ganará, porque en el pasado apostaste fuerte y ganaste muchos momentos con tu suerte.

 Uno, uno y no más, contra todos los demás.

He vuelto.

He vuelto, si. Me cansé de escribir sin ganas y he vuelto cargada con millones de palabras y frases por esculpir.
El año ha comenzado y con el nuevas ideas que tiene que llevarse a cabo. Nuevas razones para seguir esforzándome al máximo y escribir las mas bellas historias protagonizadas por los seres mas extraños que jamás se hayan concebido.