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jueves, 9 de diciembre de 2010

El eremita no sale...

Si, desde luego, en otra vida tuve que ser un hombre, y por lo que veo a través del humo incendiario de mi cigarro aromático, un hombre bastante solitario y pensativo, porque en mi vida actual no hago más que pensar y pensar y pensar, joder, la de neuronas que se me suicidan dandole vueltas a la misma mierda.
La cosa es que los ermitaños se remontan a los años en los que los crisitanos eran perseguidos y huían a lugares irónicamente dejados de la mano de dios. A saber que harían ahí, años y años, solos, sin nadie que les molestará, sin nadie que les despertará a gritos, olvidándose casi hasta de comer, sin nadie que les hablará de cosas importantes (se me ha roto una uña), aunque si eres sociable ser ermitaño/ña sería lo peor que te podría pasar, a mi me parecería bien serlo por un tiempo, irme a tomar por el culo a la espinilla del mundo, en donde nadie me molestará ni agobiará, hablandome sola y dedicandome a básicamente pensar, o lo que es lo mismo, a nada, porque los pensamientos me los quedaría para mis adentros, ya que no habría nadie a quien contarselos...


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